- Nena, serás buenísima en
el sexo, pero en el amor eres un desastre.
- No es mi culpa si no sé
amar, no es algo que te venga en un libro de instrucciones.
- Eso es porque aún no te
has enamorado de verdad.
- Claro que sí, Él es la
única persona que he llegado a amar de verdad…
- Pues no lo parece chica…
- Eso es porque no nos
conoces, ni tampoco conoces nuestra historia.
- Créeme que no me hace
falta saberla para darme cuenta.
- Pero…
Y el pero se lo lleva el
viento que anuncia la llegada del invierno.
Porque el pero se llena
de interrogantes a medida que ando en la calle. Y de nuevo las dudas comienzan
a acechar la mente. Un paso y suena top, top. ¿Será verdad lo que dice? Otro paso, top, top. A lo mejor no soy buena en el amor. Paso, y top top. Te despides y te
duermes.
¿Y si todo acaba así?
Andar para luego decir adiós y echarte a dormir. Destrozarte el cuerpo y alma
para terminar tirada en alguna cama donde poder descansar al fin. No sé si
se me entiende, descansar en soledad, me refiero, la metáfora del desenamorado
en sus sueños.
Pero no, al día siguiente
todo cambia. Entonces las dudas se hacen escasas y las despedidas no te parecen
tan malas.