Hay veces que pasan cosas como estas. Que no sabes muy bien
qué parte es verdad y qué parte es mentira. Porque, ¿qué son los sueños? Vivo o
sueño buscando(te), como por ejemplo a ti, chico de pestañas infinitas de hace
diez años. Y es que ya no te encuentro en esa azotea donde caminábamos por los
resaltes, ni en esas tardes crepusculares jugando al fútbol en bañadores. Porque
en mi piscina de plástico nos tirábamos las tardes enteras, y yo siempre fui la
chica del columpio y tú el chico que se asomaba a mirarme desde la ventana.
¿Y dónde quedó el chico de los ojos verdes? Ese que se me
echó a llorar nada más terminar la tarde. No recuerdo siquiera qué te pasaba
exactamente, pero si de algo estoy segura es de tus lágrimas cayendo sobre mis
hombros como una cascada.
Al de ahora no tengo nada que decirle más que la verdad. Que
a pesar del tiempo, que a pesar del mar y del miedo que nos tenemos a amar, eso
no quita que te siga queriendo más que a nadie y que ojalá estuvieras aquí en
estas noches tan frías y en esta cama tan grande, que esto de verdad parece una
bahía y ya me he ahogado muchas veces sin nadie que me rescate. Así que sigo
esperando la hora en la que viva de verdad y tú dejes de soñar, que al final,
recordamos más de lo que hemos vivido que lo soñado, porque por mucho que nos
cueste, acabamos dando grandes pasos sin pensarlo y a los sueños siempre los
dejamos en eso.