de cada uno de mis huesos,
de los músculos, no
tanto, pero
justo antes de
ducharme,
me miro y palpo,
diciendo
“esto de aquí es
el esternón.
A la séptima
costilla se unen
la octava, la novena
y la décima.
El sartorio es el
músculo más
largo y da la vuelta
a la pierna,
no, la pierna
comienza de la rodilla
para abajo.”
Hablemos con
propiedad, Carmen, por favor.
Digamos, por
ejemplo, que
cada noche me
masturbo pensando en
ella y que ojalá
tenerla cerca.
Digamos, por poner
otro ejemplo,
que a veces me
siento tan sola
que juego en Tinder e
intento
no enamorarme de
unos ojos,
unos labios, unas
piernas y un culo
que me recuerden a
ella, porque sé que
no van a llegarle ni
a la B
de su nombre.
Digamos, por
ejemplo, que
hostia cómo se le
está yendo la cabeza
hoy a Carmen, porque
qué es esto de escribir
cosas como amor y
Tinder en una misma frase.
Digamos, por decir
algo más, que ojalá
entiendas algún
día, que sino llega a ser por ti,
ay, sino llega a ser
por ti,
ya no sé ni ponerle
los acentos
a palabras como
tucán, teléfono o tú sabrás.
Que esto de narrar
hechos, no se me da mal
si hay una oreja, un
cartílago,
Carmen, hablemos con
propiedad,
detrás.