Quiéreme hasta que el viento nos deje sordos.
Quiéreme hasta que partamos la cama en dos.
Quiéreme hasta que el para siempre se quede sellado en nuestros labios.
O hasta poder decir un te quiero sin que sonemos ebrios.
Quiéreme como yo te quiero, porque solo entonces seré capaz de volver a escuchar mi corazón latir.
O sino, llámame sin ll.
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