Que alguien me explique qué tienen tus ojos que hipnotizan y
casi dejan ciega, porque no hay vez que el sol empiece a caer y no te alumbre como
si tuvieras aurora. Me atrevería a decir
aurora boreal incluso, circulando por tu piel y tus venas. ¿De qué estas hecho
hombre? ¿Cuál es el secreto de tanto encanto?
Que no hay vez que pases a mi lado y el escalofrío se pierda
en mi espalda.
Que no hay vez que tus ojos me miren y me besen sin quererlo.
Que no hay vez que te gires y yo sonría sin pensarlo.
Que no hay vez que te gires y yo sonría sin pensarlo.
Que no hay vez que tus brazos me abracen y no guarde el
impulso de pedirte que huyamos.
Sé que el único camino para llegar hasta tu alma es volver a
mirarte como la primera y última vez, una y otra vez. A ver si así te enteras
que por muchos eones, por mucha erosión, por muchas piedras que nos tiremos, el
agua seguirá circulando entre este desierto de arena y hierba que regamos según
suba o baje la marea. Porque en este río el agua depende de lo que le llovamos
encima, por las noches, a escondidas, en el barco de nuestra bahía. Porque las
bahías de los sordos siempre aparecen en noches como esta, en la que no hay más
luz que la envuelta entre cristal y cables.
Aunque reducido el daño, el indulto se somete a engaño.
The box - Damien Rice
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