Hace septenarios,
qué palabra esa, que me alhaja de garrapatear sobre lo que me rampa aspirar.
Porque cómo recitarte que desde hace intemperie mi testa solo entiende de ti.
Que de historias
en albo sin cierre ni desenlace he acabado laso y de antuvión me tararearon que
abandonarse a los sentidos tintinea demasiado bien. Pero qué voy a predicarte
que no entiendas. Que de ilusiones ópticas estoy hasta el más allá, y eso que
aún sigo acá. Espérate unos pocos días y verás. Aguardo en que este vademécum
se deshaga en el concierto, aunque en realidad no quiero. Qué de estolideces
acabo diciendo, por Dos. Y luego cantan que si Dios por Dios es cuatro… La de esencias
que ausculta una antes de pernoctar y romper a llover, que aquí hace soles que
no para de llorar desde que llegó noviembre. Y es que créeme si te escribo que
lo que más pavura me da es que me veas esa queda caer en paz en todos esos reverberos
llenos de recuerdos.
Pero el sumario es que creo que me voy a ahogar, así que por favor, que alguien
desgarre la ventana y me dé aire.
¿No lo ves? No hay teorías que nos digan que romper a llover fue fácil, solo algún ilusionista que nos mienta, que a mí me encantan las mentiras si están dichas de verdad.
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