Cuando justo me iba
a dormir
apareces y todo
se vuelve frío y mi
cuerpo, que creí a estas alturas
inocuo,
se vuelve a
incendiar y, entre llamas
mis manos tejen las
palabras
hasta formar el
mosaico que estoy creando
ahora y
ya no me quedan
versos que formar
y lo que me mueve es
la rabia
contenida a desgana
porque
joder
si tú siempre me
has querido mucho
pero siempre mal,
dime
qué coño iba a
hacer
yo, que apenas sé
mostrarme como soy.
Esta canción me
acompañó en todos los aterrizajes
para calmar ese
miedo al llegar de nuevo a España,
porque sí, el miedo
volvía a mí al llegar aquí.
Irme nunca fue
problema porque
allí
no tenía que
mentir.
Y aquí,
aquí parecen que me
ahogan los sentimientos
que nunca fui capaz
de dejar fluir y que estanqué
en mi pecho por el
qué dirán después.
Aquí,
los lobos me comen
desde fuera y yo,
vetusta domadora de
fieras,
ya no doy más de mí
y la fusta que tenía por mando,
la dejé colgada en
el armario.
Que no me quedan
fuerzas de andar más
sabiendo que cada
paso que doy es en vano.
Que del fuego ya no
quedan ni las cenizas,
porque aquí no para
de soplar el viento y como me siga cortando
de esta forma
frenética el pelo
me voy a acabar
cortando hasta las manos,
y no sé si esta vez
me van a crecer otras igual de
fuertes, o si
tras tantos daños
van a tardar media eternidad
en curarse, porque
aquí
no recibo amor ni
abrazos,
y eso que ya no voy
ciega para que me sigan dando tantos palos.
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