– ¡Yo ya
superé mis sentimientos por ti hace mucho tiempo!
– ¡Pues
yo aún no he podido superarte!
Después de
tal sentencia lo único que se oyó fue nuestro silencio durante
varios segundos.
Entonces me
di cuenta que su B. era la única B. que podría existir jamás
dentro de mi abecedario particular.
Que si no
era con ella, no sería con ninguna de las otras letras consecutivas.
Y si no, ahora me
iba a tocar a mí buscar toda la cinta de carrocero que
necesitara para arreglar este desastre.
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