Hoy te sentí
mil veces.
Por detrás, recorriendo
mi espalda.
Delante, frente
a frente.
Tu mirada, implantándose en mi piel,
desnudándome,
dejándome al descubierto.
Sin nada que
esconder.
Hoy te sentí
leve.
Aliviado en ocasiones.
Con una
chispa de preocupación.
O tal vez atenuado.
Hoy ya nada
es lo mismo.
Hoy todo
cambió.
Hoy fue un
adiós,
ahora dicho
a medias
Hoy ya no me
quieres,
¿cierto?
Ahora podré
mirar a través de ti.
El espejo
mostrando el fantasma,
el fantasma
herido,
herido
de amor.
¿Lo ves
ahora?
Transparente,
como el agua.
¿Qué
esperabas de alguien
capaz de
encadenar a otra persona?
Soy el posesivo
en todo su dominio.
Un dominio
marcado de besos,
que son
silencios.
Y silencios
armónicos,
fruto de
miradas al alba
y a la noche
estrellada.
Estrellas reflejadas
de luces.
Fuegos, el
fuego de un nosotros.
Un dominio
marcado de susurros,
de lo que me cuentan las hadas
y lo que
realmente dijiste…
E hiciste.
Y las
paredes son las testigos,
testigos de las historias de esa habitación.