19 de mayo de 2012

Bailando en la Oscuridad

Calor, calor, demasiado calor. El túnel que te llevaría al mismo cielo pasaba ante ti glacial, haciéndote saber que a la salida, un mar azul te esperaba impasible. Gente, mucha gente, diferentes, de ciudades lejanas, otras no tanto, pero todas allí reunidas por una misma razón.

A los pocos minutos, como ángeles subiendo al firmamento, hacen su trabajo para encargarse de las luminiscencias y el crepúsculo está llegando a su final. Y cuando aún quedan restos de esas pequeñas luces y el cielo empieza a tornarse oscuro, como un Dios venido del Olimpo, se presenta ante ti con su ejército sinfónico.

El mundo entero enloquece y el suelo tiembla. ¿Te caerás con él? No lo sabes, pero una nota se queda suelta en el aire y el ambiente se torna cálido aunque miles de escalofríos no hagan más que recorrerte entera. Tu corazón late con fuerza. Y la primera canción suena viva, VIVA. Gritos, silencio. Manos alzadas, pasividad. Música, detonante.

Y se acerca, se acerca, se acerca… De igual a igual, humano a humano. Y la marea de gente hace que te muevas, llevándote consigo un pedazo de esa voz que te atraviesa. Y entonces sabes que has tenido ante tus ojos lo más parecido a un Dios que se precie en este mundo, distante y cercano a la vez. El Jefe ante ti.

Y las horas pasan y pasan, y parecen solo segundos, y antes de que te des cuenta, estás bailando en la oscuridad con todos, porque sois una misma voz capaz de resucitar a los muertos. Sintiendo crecer dentro de ti esa conmoción, quieres llegar a lo más alto y cantar hasta donde te permite tu quebrada voz.

Y en las últimas horas de la noche, reconoces en todo lo escuchado a tu infancia y el haber crecido en esa sinfonía gracias al hombre detrás de ti… Mientras que de camino a casa, su música te persigue aún en sueños.


Badlands / Dancing in the dark – Bruce Springsteen 

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