Vacíos que se sienten, cuando ves la habitación coloreada.
Vacíos en los que cuando quieres cantar, la voz se queda encerrada en la garganta
y un suspiro te parece suficiente. Vacíos por los que ahora, odias a ese
viento, a esas luces, a esos fuegos, a ese frío… porque se lo estaban llevando.
Ese solitario lugar, esa noche llena de estrellas, para ti
no eran más que un dulce final cuando las manecillas se detuvieron en la
madrugada, congelando el tiempo a su paso, como una ola envenenada. Como una
tumba en el abismo. Como un Edén esperando su huésped. Como una melodía
semejante a las nanas que se inventaba con tu nombre, el suyo y todas las
personas que queríamos.
Hace ya casi un año mudo. Lleno de silencios que nadie puede
apagar… pero si encender esa pequeña llama que se mantiene viva en su nombre.
The Lake – Antony and The Johnsons
El silencio puede llegar a ser hermoso y adictivo, pero de vez en cuando, vale la pena romperlo...
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