Y nosotros sostuvimos
cada lado del puente independientes, a lo mejor ese fue el fallo. Que fue amor revólver. Aunque mentiría si dijera
que fue el único.
También conocí amores
canción, de esos que te llevan a la cama y al terminar te cantan. Amor noche, que desaparecen cuando llega la mañana, a
pesar de haberte dicho que te quedaras a su lado cuando estabas acostada. Amor color,
que no sabes muy bien cuándo acabas tu o dónde empieza ella. Y amor babel,
aquel que destroza tu vida en cuanto la pisa.
Pero no quiero temerle
más, no quiero tener que vivirte sin vivir. No quiero ser tan Roxanne, tan “me
olvidé de ti” pero “ya no”, tan “no me acuerdo de lo que escribí”, tan Nana y tan Maga. A dejarme sentir, a vivir sin el miedo a vivir, a irme lejos sin dejar de
quedarme aquí, que me digan: “Señorita, va usted demasiado deprisa” y yo piense
que es porque preferí echar a correr en una autopista. Y romperme a reír, y a
llorar si quiero también, que una vez leí que valía la pena romperse si era por
esas dos cosas. Romper a reír y luego a llorar. O al revés, o al verse.
Romper a llorar y luego a reír. A no dejar de sentir…
Los ríos de Alice - Vetusta Morla
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