No te das
cuenta de lo mucho que significan las palabras para ti hasta que ves que las
lágrimas se deslizaron por tu mejilla, goteando hasta tu pecho y acabaron resbalando.
Entonces es cuando te fijas en el reloj y ves que has llorado durante horas por
las verdades que leías pero que no eran tuyas, porque todo lo que habías leído
era tu verdadero yo. Aquel que siempre se esconde, el que de verdad se hace pedacitos
de dolor. El que sabe a quién amas realmente y a quién no. El que te grita por
ser una hipócrita. El que no te deja tranquila en los sueños. El que habla
mucho más claro de lo que lo has hecho aquí ahora.
Y la verdad
es que soy esa persona que vive encerrada en el pasado, del recuerdo constante,
la que no para de escuchar canciones que le duelen en el alma porque son la
banda sonora de su vida. Soy un conjunto de sueños a medias por culpa de ese
miedo y ese orgullo. Soy un puñado de experiencias sin orden. Te conozco, me
gustas, te gusto, te ignoro, me enamoras, me ignoras, te quiero, me dejas, te dejo, me
quieres, me confundes, te alejas, lo dejo… Un círculo obsesivo en el que
siempre acabas tirada en la cama, con el piano resonando
en tu cabeza y con las lágrimas a punto de ser desbordadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario