En cuestión de
una semana me he aficionado a Fito, a buscar osos de goma en cócteles polares y
a tomar tres pastillas al desayunar en restaurantes.
En esta semana me
he sentado en esa plaza tan grande que se describía en ese libro donde los
protagonistas resultaron ser familiares, he aprendido que también hay paisajes
clorofila en pleno agosto porque allí si llueve es a raudales. He visto playas
blancas rodeadas de rocas que peinan al viento y catedrales que te hacen subir tan
alto como Remedios en Cien años de soledad.
Y una noche así
de fría, volví a ver espectros en calles estrechas y altas como laberintos
semi-descalzos. Entonces quise parar el tiempo, no por pararlo en un instante
concreto o hacer eterno ese momento, sino por recorrer palmo a palmo todos esos
callejones y descubrir quién se dejó el grifo con olores del pasado abierto. Porque
como si de un elixir se tratase, me llevó a otra época, a otra parte.
Esta misma
sensación de soledad/ Vendaval - McEnroe
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