Hace meses que no
sé nada de aquella que fue musa durante años. Aún hoy sigo sin entender por qué
vuelves a aparecer por mi mente a estas horas tan tardes, pero lo importante es
que una parte tuya volvió a mí.
–A veces no llego
a comprender cómo soportas ser como eres. Siempre tan desastre. Siempre tan de
dormir con cualquiera sin que te importe.
-No es cuestión
de importancia o que sea una cosa u otra -formulaste con tu respiración a tres
milímetros de mí.
-¿Qué es
entonces?
-Supongo que la
hipocresía del mundo –dijiste con una sensatez hasta entonces desconocida-. O
supongo que no tengo los complejos que tiene la gente para hacer ese tipo de
cosas. Ya sabes, todos muy de “vive la vida” y luego no son capaces ni de salir
de sus casas para soltar cuatro frases de verdad. Pues lo mismo en el amor. Es
todo una falsa, un teatro creado a base de poesía barata y estereotipos que nos
vende la televisión.
- Ya… está todo
muy prefabricado.
- Exacto. Si te
digo la verdad, yo creo que si me caso será en una cama. No, no me refiero a
casarme con la cama como dicen todos
los gilipollas en rebaño, me refiero a casarme en la cama. Imagínatelo, sería la cosa más maravillosa del mundo.
-Explícate, mi
cabeza no está para muchas metáforas a estas horas.
- No hablo de
metáforas baka, te estoy hablando en
serio. No, no te rías. Piénsalo. Yo creo que la gente solo es sincera cuando
está tendida en la cama, de verdad. A lo mejor es porque en el colchón descansa
nuestro cuerpo y en la almohada las esperanzas, no sé. Quizás sea porque con
las sábanas todos nos sentimos más protegidos del mundo y cuando estamos con el
pijama puesto nos creemos más capaces de hacer que los sueños come true. Ya sabes de lo que hablo. La
gente dice que es al revés, que es en las camas donde más se miente: “no pares”,
“te quiero más que a nadie”, “mañana se hablará” y al final nunca se habla
nada, o lo mismo “que no pasa nada, que con condón no se siente nada”. Y nada, supongo que
llevarán razón, pero yo quiero creer que no. Que casarme en una cama es lo
mejor. Ser marido y mujer de cama. Luego por la casa ni te miro ni me visto,
¿para qué? Y así todas las noches serían nuestra luna de miel. Todas salvo el
domingo. El domingo queda excluso. El domingo le obligaría a hacer la vida en la cama. Como lo oyes, comer y
beber, escribir y leer, besarnos e ignorarnos, todo en una plataforma de ciento
sesenta por doscientos comprada en el IKEA con unas mantas de los chinos. Y lo
bonitas y naturales que quedarían las fotos de la boda, los dos desnudos, sin
nada puesto porque vestirnos de traje sería muy cliché. Lo mejor de todo es
que solo tendríamos que sernos fieles en la cama, y claro, fuera de ella la cosa
cambia. Podrías tener cien mil amantes que no pasaría nada. Y me los podría
follar a todos en la cocina, en el sofá, por las esquinas. Pero en la cama no. La
cama ni mirarla, ni pensarla, ni imaginarla. La cama es sagrada. Eso sí que
sería vida.
-Ahora estamos en
una cama.
Ella asintió.
-¿Quieres ser mi
mujer de cama esta noche?
Tell me if you wanna go home - Keira Knightley
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