26 de febrero de 2017

23.39

Antes de nada comenzaré diciendo que no quiero decir verdades del tipo
Mi habitación está llena de plumas que van cayendo como está cayendo el invierno.
No.
No quiero decir palabras prefabricadas que te enseñan en esos cursos de poesía cursi
que te hacen querer ahorcar a Lorca, Unamuno y hasta a un Lavapiés.
No.
Quiero ser un Banksy en movimiento que tire piedras contra ventanas
y las rompa
y las doble
y pida dobles los Whiskeys con hielo,
porque aquí no entienden de alcohol
ni del placer de fumar porros por mitad de la calle sin que les importe el qué pensarán después.
Quiero correr calle abajo sin que me importe una mierda la puta lluvia que cae,
porque aquí cuando llueve es un sinvivir de gotas que son lágrimas
que son
el sudor de un polvo a medias que son
el “lo siento” tras dejarte desnuda sin casa a la que volver.
Llevo dos semanas tan sobria que creo que me ahogo
en esta humedad de aire que asfixia que
oprime pulmones y hace llorar ojos que
no te deja bailar como dios manda en los tejados.
Me he olvidado del nombre de ciudades
que hace meses que no veo,
de poner nombres a objetos
que antes podía nombrar y ahora,
al cerrar los ojos solo sé decir
Esto es una fresa, eso de allá
puede ser una lámpara o puede que
Maybe this night will be fatal.