8 de octubre de 2019

Ubicación


Siempre he sido de las que ahogan,
no de las que se dejan ahogar.

Y esta ciudad está tan sucia, tan
contaminada, que a veces creo
que podría llegar a acabar conmigo.

Luego vienen, las olas de alquitrán, y
el polen se me mete en las pestañas,
haciendo que mis ojos se vuelvan rojos.

Abajo en la calle, únicamente
se escuchan a borrachos, y aquí arriba
estamos tan lejanos que parece que no
nos llega el frío de las negras avenidas.

A las luces se las ve temblar a lo lejos,
y desde que llegué a esta nueva casa, sólo
me he sentido abandonada
una vez.

Después, una se acostumbra a la dependencia
tan fácilmente como a la heroína.
Y no quiero caer en esa trampa,

otra vez.



Ya nadie se para a mirar los mapas cuando se pierde,
o a sentarse en los bancos cuando el agotamiento les cierne.
Ya nadie se inclina ante una flor en los parques, y se toma
su tiempo para hacer la fotografía perfecta.
Ya nadie se mira a los ojos, no sea
que por error la otra persona les defraude.