15 de agosto de 2014

Treason

A veces me desvanezco entre líneas pensando
qué podría haber pasado si no hubiese girado aquella esquina.
Si no hubiera subido a ese faro y me hubiese abandonado en aquel paisaje extraño,
como ese pedacito de cielo en la tierra tan alto.
 O si en vez de abrir esa puerta hubiese seguido andando
y entre remolques y arañazos hubiese salido intacto.

Porque son muchas las veces que nos equivocamos,
y tantas otras las que hacemos y decimos cosas sin pensarlo.
Cosas tan simples como: “Estaría bien vernos”
 y que luego acabes a las tres de la mañana en tu cama llorando.

¿Llorar por qué?
Algo tan sencillo como quedarte con el mar dentro siempre se me dio bien.
O al menos eso pensé yo.

Si te soy sincera, no sé muy bien qué pasó.
Si fueron las miradas o si fue el Sol.
Quizá fue la Luna que brillaba más que otros días
y con las perseidas una pierde la razón.
O lo mismo lo que perdí fue el corazón,
que de tantos “se acabó” fue él quien acabó desapareciendo
Y no quedan ya ni las ganas ni el alcohol que antes nublaba los sentidos.

Pero que yo lo sabía, que volver a sitios tan altos
nunca fue bueno para los que tienen vértigo.
Y verme allí rodeada de lo que son ahora rostros sin identificación,
como máscaras venecianas sin trajes ni maquillaje
asusta un poco si no llevas algo con lo que taparte.

¿Y si tras esa nana hubiese seguido hacia delante dejándote atrás sin importarme?
¿Y si no hubiese desaparecido esa semana abandonándote a la intemperie?
¿Y si lo seguido tras eso hubiese sido diferente y yo, en vez de decirte que te fueras, te hubiese pedido que volvieras y te quedaras donde estuviese?
¿Y si nunca me hubiese montado en aquel tren?

Aunque mejor dejar las historias y los hubiese donde están, que quizá nada de esto fue verdad y todo esto pudo haber sucedido en cualquier parte.

Jodie's story - Lorne Balfe 

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