29 de diciembre de 2013

A cielo descubierto, sin techo

Te he visto en demasiados lugares, o tal vez debería decir que vi a tus fantasmas aparecer. Como sombras en rincones, como espectros en los cruces, como gigantes en los montes. Pero no, ya no eras tú, solo eran restos de lo que fuiste o fuimos. Y ayer apareciste despeinado y con el pelo más largo, con barba de varios días o semanas y vestido con tus ojos tristes como el viento frío que soplaba en nuestras caras, resonando como el borracho de Holiveira por un París perdido en los mapas de algo llamado destino.


Creo que nuestro destino fue ese, vernos los dos hechos polvo y cenizas de algo que quisimos llamar “amor”. Amor, que palabra esa, tan contrario del querer, que suena tan posesivo, tan a anhelar algo que no tienes, que está lejos y se pierde. Porque algo que se quiere se consume, como el fuego en las nubes, como el suspiro perdido por el camino, como el velo que cubrió nuestros ojos y acabó por encontrarnos descalzos. Y a veces no sé ni lo que hablo, siempre queriendo callar tanto, y por tan poco siempre quedan esos restos de todo lo que pudimos hacer y no lo hicimos, y eso que la cama clamaba por ser usada, la madera gritaba por tanto sueño no cumplido, las paredes goteaban en un intento de deshacerse para ver si así éramos nosotros los que nos desvestíamos.

Pero ya lo dije hace tiempo, a veces quererse no llega a ser suficiente y llegó la vez que la miel nos secó los labios y solo nos quedó abrazarnos. O no gritamos y de tanto cariño solo nos hicimos daño, y ahora sé lo que ha sido de nosotros...

Aunque ya voy, que estoy descalza. 


Summer begs - Sarah Jaffe

1 comentario:

  1. Cada vez que te leo digo: por favor, que esta chica no deje de escribir NUNCA! >.<

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