16 de febrero de 2015

Aves nocturnas

Es la rabia y la desgana contenida la que desborda bordes infinitos. Son los quizás y la nada del final. Son voces mudas y yo sorda de escucharlos volver a venir. Venir para quedarse estáticos, y yo dinámica nocturna insomne como tantas otras veces. Mientras mírales, todos ellos con su final y sus perdices. Yo, aquí sola subiéndome por los muebles cual nómada feliz. Pero de feliz nada, eso déjaselo a ellos que yo estaré bien en cuanto vuelva a dormir.

Tú mantenme callada y habladora a la vez. No sea que se me vuelva a escapar el alma por los labios y yo la muerda con los dientes para no dejarla ir. Entonces ya me dirás qué clase de médico arregla almas rotas por mordiscos venideros con esta lluvia de acero. Que nunca me fie mucho de las ambulancias sin alarma en las avenidas corriendo aprisa. Y así, una y otra vez, dando vueltas y vueltas en el mismo carrusel con tráfico de almas me voy dando cuenta de que las mejores son las amalgamas. Esas que están hechas a partir de pedacitos de ti y de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario