7 de junio de 2015

Mi último canto a esta tierra sureña

La tinta con este calor se secó y tuve que comprar un tintero nuevo. Aunque tampoco es que tuviera que decir algo con este viento y este pseudo-invierno.

Aquí dentro, por raro que parezca, sigue siendo invierno, donde el frío lo ahogué entre vasos de alcohol y papeles de muertos. En ese fragmento de mi odiamado Charles me encontré a mí misma. Lo repetí de memoria durante doscientas noches en vela, cuando una siempre espera una llamada, cualquier carta, un golpecito, un sonido… Y Santi que dijo que "tanto hablar del fin que ahora apenas duele” no tenía ni idea de lo que eso suponía para mí cada viernes. Con cierto personaje de cuento me volví a encontrar y me di cuenta de que solo iba a vestir la plata una vez, que el telón no se volvería a abrir desafiando el final, y que pasar los años con tantos vivos y muertos a la espalda no es buen plan. Al respirar una se puede ahogar incluso dándole el aire en sangre, aunque más bien fue en calor asfixiante. Y es que por muchos regalos que nos queden por abrir, siempre nos quedará el eco.

Ahora que he vuelto a sangrar, y a base de meses me he dejado la piel en gritar, bailar, cantar y llover torrentes de agua sin que me importara que mi tito o mi hermana me miraran, podría decir que me he despedido de esta tierra sureña. Porque el resto de cosas que he hecho… no, no valen la pena contarlas.

1 comentario:

  1. Nunca he estado de acuerdo con la frase de Santi, aunque parezca que no duele, sí que duele, y mucho! Y que sepas que espero que sí que valgan la pena contar todas esas cosas! >.<
    Por cierto, ya echaba de menos una de tus entradas cari! :3

    ResponderEliminar