23 de enero de 2017

Día 23 (o del comienzo de mi año nuevo)

Para mí el año nuevo va a llegar
el once de enero.
Yo ahora me pregunto cómo meter toda una vida
en dos maletas y una mochila, si no tengo dinero,
ni tiempo que gastar
en personas que quiero,
porque esta maldita gripe
no me deja salir a ningún bar.

Así que solo me queda la inmortalidad que dan
los momentos que pasé tirada en su cama,
donde sus manos eran obras en movimiento,
y la curvatura de sus labios
formó la línea más bonita que vi jamás.

Hubo un fin de semana
que sucedió en lo que separa
una raya en el agua
de todo el mar.

Para mí fue más que suficiente,
porque conseguí comprender los sentimientos
que llevaba sintiendo desde abril.
Para ella, tomó algo más de tiempo.

Y es que ciertas palabras hieren más
que esos labios a punto de besar
sin ser besados,
y aquellos días hubo tantas palabras
que pensé que los cuchillos que nos lanzamos
eran solo el principio del final.

Lo cierto es que hubo unos milisegundos en los que quise
decirte tanto, que aquel abrazo tras la noche cuidando a C.
fue suficiente para cubrir la verdad, que no es otra que esta:
Que te quiero como no pensé que iba a querer a nadie
tras todo lo pasado y lo que sé que me queda por pasar.

Sólo espero, que tras todo esto,
podamos seguir mirando el mismo cielo,
aunque ya no queden cigarros entre mis dedos
ni vasos conteniendo whisky con hielo.

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