30 de julio de 2014

Cuenta uno, dos, tres...

Tuve una epifanía a las 2:20 de la mañana. Buena hora para los madrugadores. Igualmente mala para los que aún seguimos despiertos.

Quizás por la ventana vuelva a salir corriendo. Pero no se puede, ya no. Los barrotes te lo impiden y no es bueno medir distancias desde este lugar, donde una noche antes Lucía soñó que nos robaban y a lo mejor fue verdad. Que un ladrón llegó por la noche y dejó la casa vacía y patas arriba. Algo así como yo.


Y hoy alguien me habló de un paraguas amarillo y una chica que corrió tanto que casi ahogó a la lluvia que caía esquina tras esquina. Ahora quien se cae y se ahoga es otra y un poco yo también. Que esto de estar en mitad de dos patios nunca fue bueno, sobre todo si cada uno tira de una fracción y el centro se queda parejo. ¿Qué hacer si el corazón bombea y no hay manera de convertirlo en piedra? Aunque lo mismo con estas pocas aristas lo tallo y le doy forma. 


Sticks and Stones - Jónsi

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