21 de julio de 2014

Intemporal

Las baldosas están frías y eso que no llevan tu nombre puesto, pero es que por la mañana a ver quién tiene valor de andar descalzo con el hielo que tengo por pies. Con las manos pasa lo mismo, los dedos se me quedan inmovilizados siempre que voy a tocar el piano. A lo mejor la culpa está en que preferí tenerte lejos y claro, si no estás tú ya me dirás quién me da calor para derretir todo este hielo.

Con este frío no sé qué esperas que piense, si aun llevando cuatro mangas el viento se cuela por debajo de la piel y no hay cómo arrancarlo a no ser que sea a bocados.

Te dije que me enseñaras algo de alquimia, pero tú dijiste que eso te lo tenía que enseñar la vida. Preludio de que para ser feliz hay que improvisar. Entonces escolté mis miedos de esquina en esquina, esperando a ver si en alguna se deshacían. Si bien en una parecían evaporarse, a las dos de la mañana solo eran espirales de vapor.

“Que manera de malgastar el tiempo”, me dije volviendo a casa una noche glacial. Si nunca pierdo las formas, ¿cómo voy a responder al qué pasó? Si nada de esto ha sucedido y eso que solo es el principio.


L'arquitecte - Els amics de les arts 

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