25 de octubre de 2014

Detrás de mí

Tras de mí dejé una espalda, o quizá un rostro y unas manos y unos brazos. Quizá un nombre, o tal vez unos cuantos. No lo sé, él siempre tuvo varios. También dejé innumerables páginas sin nombre de autor, que con el Ballantines siempre me duele la cabeza y me olvido de escribir decentemente. Entonces es cuando escribo la palabra follar sin avergonzarme, o que aquellos ahora desconocidos comenzaron a ve(r)sarse, porque nunca se besaron sinceramente. Ellos solo se miraron como quien mira la flor que nació en medio del asfalto de la A-92.

Pero hoy no, hoy dejé atrás todos esos recuerdos. Por dejar he dejado hasta las sábanas de cuyo hombre no quiero acordarme. O la línea, la página y el autor que una vez me enamoró, que proceso hermoso solo fue mientras duró. Que ya lo gritó Lotte en su día, y de la nada ¡Klopstock! Y es que no, cariño, no. Que el whisky bebido hace horas con las amigas de mi hermana en el salón empieza a darme vueltas y vueltas y al final quien acaba mareada soy yo. Que para decir tres verdades primero me tengo que perder en el callejón. Sin salida. Y después, una vez me encuentres así, toda hecha una guirnalda o una margarita me tienes que desnudar, poco a poco, que sino los dedos se te lían en las cuerdas y más liada me quedo yo. Ahora solo queda decirte las verdades antes de que se nos haga tarde . Porque el amor, esa palabra…


Von – Sigur Rós

1 comentario:

  1. Por favor, cari, no dejes de escribir nunca. No te digo nada más que luego me llaman exagerado o qué sé yo.

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